Wednesday, February 07, 2007

VIDA

VIDA

Después de haber escrito sobre la muerte, algo desagradable siempre, pero algunas veces necesario, voy a escribir sobre la vida.

Quiero dejar este testimonio a mis hijos, para que no crean que sólo pienso en la muerte o que estoy triste o deprimida. Nada de eso.

Creo haber sido una privilegiada de la vida. He tenido todo lo necesario y no más que eso.

Considero que el tener “de más” no es un privilegio, sino que, en algunas ocasiones, trae problemas, egoísmos, angustia por perder lo que tienes, puedes creerte el dueño del mundo pensando que todo lo puedes conseguir y “te creces”, equivocándote, a mi entender, porque nadie puede conseguirlo todo y se hacen los fuertes, sin serlo y se les nota y van por el mundo con altanería y se les nota y creen, porque nadie les planta cara, que son los mejores y que pueden tratar a los demás como quieran y se les nota…, sobre todo, se les nota que luchan por ser los primeros en todo, con lo complicado que eso tiene que ser… Porque siempre quieren más o tienen miedo a perder lo que tienen y se les nota.

Al final, es más bonito y se disfruta con más intensidad lo que podemos ir consiguiendo con nuestro propio esfuerzo, se disfruta más pensando que puedes conseguir algo, que cuando lo consigues. Por eso no hay que buscar la riqueza, perdemos parte de nuestro tiempo buscando la gloria, el poder, el dinero, que la gente te admire, conseguirlo todo, ¿a cambio de qué? De nada. La riqueza la llevamos nosotros dentro, cuanta gente conocemos que, siendo pobre, materialmente hablando, demuestran mucha más riqueza (de espíritu, de personalidad, de humildad, de corazón noble, de bondad, que es lo que vale) que las personas que, poseyendo muchas riquezas, quieren todavía tener más, porque al final todo les parece poco.

Muchas veces el tener las necesidades cubiertas es ya demasiado, es más de lo que tienen muchos. Hay que pensar que hay gente que no tiene nada y, no solamente eso, les falta lo básico, cosa tremenda en este mundo lleno de ambiciones, de luchas por conseguir poder y cosas materiales y la sociedad sigue fría, impasible, sin hacer nada, unos, porque estamos limitados, ya que no tenemos fuerza suficiente para mover los sentimientos de los demás y los otros, los que pueden hacerlo, porque no les interesa.

Por eso creo que la vida mejor es la que disfrutamos con las cosas pequeñas. Lo mejor de la vida es nuestra familia, nuestro entorno, hijos, maridos, nietos, esos son los que de verdad nos dan la felicidad.

Y yo creo en la vida. Y quiero pensar sólo en las buenas personas, quiero disfrutar cada momento de mi vida con las cosas buenas que tengo, las malas no hay más remedio que aceptarlas. Lo he dicho al principio, me creo una privilegiada de la vida. Tengo unos hijos estupendos y sanos, se han casado con personas buenas, a las que quiero también mucho, tengo una nieta preciosa y para colmo de todo, voy a tener otro nieto. Tengo trabajo, mi salud no es muy mala, tengo a mi marido conmigo, tengo lo suficiente para vivir con cierto desahogo, una casa agradable, creo en algo especial, (sinceramente, no sé si llamarlo Dios, pero sé que existe), que me ha ayudado muchas veces, que me ha evitado sufrimientos inútiles y me ha dado esperanza en momentos difíciles. Siempre lo he dicho, tanto en lo bueno como en lo malo, “eso” (que no sé decir qué es exactamente) me ha ayudado.

Y además, tengo libertad, me siento libre, lo más importante en la vida. No me ata ni la ambición, ni el egoísmo, ni la envidia, quiero mucho a mi gente, y todo eso me hace muy feliz. Por eso, he intentado, con mis limitaciones, que también mis hijos sean libres, que no se vean atados con problemas que cortan la libertad. Decirme, ¿no voy a ser feliz? Sería una hipocresía y casi, casi, un pecado.

Y ahora, pensando que una nueva vida me va a llenar de alegría, que no hay nada más bonito que tener a un bebé en los brazos, pensando que va a ser una probable copia de mi hijo, y por lo tanto, una continuación mía, me siento la mujer más feliz del mundo. De verdad, os lo puedo asegurar. La esperanza de conocer a una nueva personilla, (y ojalá que no sea la última), me llena de optimismo y de ganas de hacer cosas.

Porque a mis años, todavía conservo la ilusión por las cosas. Disfruto cuando tengo a mis hijos conmigo, hablando con ellos por teléfono, sabiendo de sus triunfos y viendo que son unos buenos trabajadores, cocinando para mi familia, haciendo pequeñas decoraciones en la casa, leyendo, escribiendo, jugando con mi nieta (bueno en realidad disfruto sólo viéndola), comprando regalos para todos y, sobre todo, comprando cosas para mis nietos. Disfruto trabajando, disfruto estando en casa, disfruto cuando salimos todos juntos, y, en resumen, disfruto con la vida. Me siento bien, viendo que mi marido está bien, (todo lo bien que se puede estar con el paso de los años) y pensando que vamos a seguir así por mucho tiempo. Aunque, de vez en cuando, nos convirtamos en unos gruñones. Los años no pasan en balde, pero en el fondo creo que también disfruto con eso.

A pesar de haber escrito el testamento vital no penséis que estoy deprimida o que pienso sólo en la muerte. Para nada, sólo, por ahora, pienso en la vida y voy a seguir pensando en ella con entusiasmo.

Os aseguro que no me va a costar ningún trabajo, porque en el fondo, y de verdad os lo digo, tengo “casi” todo para ser feliz.

A mis hijos y a mi familia, a los que quiero un montón, y que me dan las fuerzas para seguir viviendo con alegria.

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