Thursday, August 23, 2007

Ha sido un error

Viendo las sensaciones que ha despertado mi ultimo escrito sobre la incomprensión me veo obligada a aclarar algunas cosas.

Para nada me siento infeliz, amargada o dolorida por ser incomprendida. Soy feliz, tengo muchas cosas para serlo, eso lo ve cualquiera. Mi carácter por otra parte tampoco es nervioso, depresivo o inconsciente. Antes de hacer o decir una cosa la maduro bastante. Sí que soy contradictoria, se nota en mis escritos, pero es por pensar demasiado las cosas. Nada es verdad y nada es mentira, por eso, al intentar buscar la razón muchas veces me paso.

Si lo que escribí lo hubiera hecho de una forma impersonal, como un comentario a circunstancias de la vida, sin estar yo de por medio, ¿a que muchas os hubierais sentido aludidas en algo? Nadie es comprendido del todo, o por lo menos, como le gustaría serlo. Acertada o equivocadamente.

A eso me refería.

Esto pasó, no por un sentimiento que yo hubiera sentido, sino por un comentario que leí o escuché en algún sitio. Y también algo por la canción de Alejandro Sanz “A la primera persona”. La habéis escuchado? El sí habla de incomprensión, de falta de amor, a pesar de haberlo tenido casi todo en la vida y después de haber conocido, me imagino, a muchísima gente, de todas clases y estilos. Pedía una persona que le comprendiera de verdad, algo imposible. De ahí vino todo.

Pero como cuando me pongo a escribir siempre me relaciono, pues pasó lo que pasó. No debí haberlo escrito así o no debí explicarme como lo he hecho. La verdad es que muchas veces explicar sentimientos es, o lo más fácil, o lo más difícil. Y si son sentimientos asociados a amargura o falta de felicidad, mucho más. Y yo, que no soy experta en la materia, que mis dotes de escritora son pequeñísimas, pues fallé.

Con mi blog he equivocado a ciertas personas, no siendo esa mi intención. Es el peligro de las cosas escritas, que ahí quedan, que una vez que las leen, no las puedes rectificar, y si has hecho daño, aunque después lo borres, no puedes remediar el mal.

Pero desde aquí quiero aclarar:

PRIMERO. Me siento incomprendida lo justo.
SEGUNDO. No soy infeliz, sino todo lo contrario. Tengo todo lo necesario para ser feliz, lo contrario sería jugar con el destino, o doy la imagen de ser una amargada?
TERCERO. No pretendo tampoco que nadie me comprenda, ni tan siquiera mi familia, sólo quiero que me quieran y que respeten mi forma de ser. Y creo que lo hacen.
CUARTO. Veo que me complico mucho la vida y, con eso, se la complico a los demás, por lo tanto, desde este momento,

Se acabaron los escritos sobre mí, sobre lo que yo pienso de mi o de los demás, creo que ha sido un error y voy a rectificar.

A partir de este momento, hablaré del tiempo… o del gobierno… o de lo que se me ocurra, sin contar experiencias personales.

Un beso para todos los que me leeis y perdón por las molestias.

He pensado incluso el borrar el blog, pero no voy a hacerlo, me gusta y esto va a ser un reto para mí. Lo conseguiré?

En lo próximo, que no sé cuando será, se conocerá si puedo o no puedo hacerlo.

Sunday, August 12, 2007

HABRA ALGUIEN QUE ME ENTIENDA?


Después de muchos años, (ya estoy en la edad de la jubilación), me he dado cuenta que no hay muchas personas que me entiendan. Creo que eso pasará con todas las demás personas. En nuestros comportamientos no sólo actuamos nosotros. Nosotros no estamos solos. Dependemos de muchas circunstancias. Circunstancias que, a veces, nos son ajenas y tenemos que dominar porque las conocemos. Lo peor es cuando esas circunstancias no las conocemos y juegan con nosotros. He procurado toda mi vida portarme lo mejor posible con todos y ser clara (o por lo menos eso pensaba), porque no tengo nada que ocultar. O no, a veces oculto sentimientos, son los sentimientos torcidos, como yo digo, pero lo hago por no hacer daño, aunque, sinceramente, y creo que es cosa de los años, cada vez menos. Pero no todos me entienden. Y no hablo de amigos o compañeros. Hablo incluso de la familia mas cercana.

No creo que me entienda mi marido. A pesar de llevar tantos años juntos, no creo que me conozca del todo y mucho menos que me entienda. Ha habido mucha conversación entre nosotros. No creo que complicidad. Se es cómplice cuando se entiende al otro. Y somos tan diferentes que es difícil aceptar comportamientos de otros cuando no los entiendes, aunque hagas esfuerzos por conseguirlo. Ahora, a estas alturas no hay casi palabras entre los dos. Creemos conocernos tanto que casi no hablamos, y no es verdad, no nos conocemos. A pesar de todo lo vivido juntos… casi adivinas su comportamiento en muchas ocasiones, pero no siempre. Los dos nos callamos cosas que quizás nos sorprenderíamos al conocerlas. Hay veces que pienso que el silencio de mi marido es forzado, él diría muchas más cosas, pero no se atreve… creo que tiene miedo a mi reacción, aunque no le importe demasiado mi reacción en otras muchas ocasiones, porque puede más lo que él quiere que lo que yo quiera. Así es la vida. Pero no le echo la culpa, no sé por qué razón nos comportamos así, pero lo hacemos. Los dos.

No me entienden mis hijos. Y mira que son buenos hijos. No creo que pueda haberlos mejores. Dicen que las chicas atienden más a sus padres que los hijos. Yo eso lo pongo en duda. Están pendientes de nosotros siempre, pendientes de agradarnos, se preocupan por todo lo que nos pueda suceder, no se olvidan nunca de nada, los tres. Eso es una suerte. Es suerte, nada más. Aquí nosotros no hemos puesto nada, han salido así. Son sensibles e imaginativos, más que muchas mujeres, (en eso son Iglesias), y duros en sus comentarios en muchas ocasiones porque son inteligentes y ven las cosas muy claras. Son trabajadores, y muy responsables, quizás más esto último. Son trabajadores porque son responsables, diría mejor. No están al lado de uno ni de otro, están al lado de los dos, con cada uno en su momento, pero creo que son más duros conmigo que con su padre. O eso me parece. A mi eso hay veces que me da rabia, aunque intento comprenderles. Ellos nos ven desde fuera, con el cariño de hijos y por eso, les gustaría que fuéramos perfectos. Y no lo somos. Pero cuando haces las cosas con mucho cariño, con todo el amor del mundo, creyendo (quizás sea un error) que das todo lo que tienes, te sientes incomprendida. Pero no viene mal, de vez en cuando, una lección de humildad. Porque eso si, y yo creo que viene en los genes de mi madre, no soy demasiado humilde, es mi pecado.

No creo que me entiendan las mujeres de mis hijos. Pero eso lo veo natural. Soy la madre de la persona a la que quieren. Y no aceptan interferencias. Y creo que nosotras, las madres en general, sin quererlo muchas veces nos metemos en sus vidas más de que debiéramos. Ellas tienen su vida, quieren hacerse su camino, solas, y piensan que nosotros queremos imponer nuestra forma de ver las cosas, aunque no sea así. Queremos ayudar, nada más, y no comprendemos que a nosotras, quizás menos que a ellas porque la vida entonces era muy diferente, también nos molestaban cosas parecidas. Pero hay que saber entenderlo y cuando lo entiendes, a lo peor, es tarde. Pero tampoco tienen ninguna obligación de entendernos, si lo hacen, es por el cariño hacia mis hijos. Su educación, su familia, es distinta a la mía, no tienen por qué comprender cosas a las que no están obligadas. Pero, a veces, duelen ciertas cosas, porque tu las quieres de verdad y sólo quieres lo mejor para todos. Te duele pensar que hayan interpretado mal algunas cosas que has hecho sin ninguna mala intención. Y te duele mucho más cuando repasando todo lo que has hecho no ves nada malo en ello. Pero la juventud no es dócil como la de nuestra época, saben defenderse solas y no se acobardan ante nada. Y yo aplaudo esa forma de ser, aunque a veces me duela. Tienen las tres una gran personalidad.

Y lo que más me puede doler es que no me puedan entender mis nietos. O que no me quieran, por lo menos un poquito. Porque para mi lo son todo. Los quiero muchísimo. Y quiero para ellos lo mejor de esta vida.

La familia, las hermanas, sobrinos, etc. Por supuesto que tampoco entienden al cien por cien como soy. Cada uno me ve de una forma. Unos demasiado bien… Y eso tampoco. Pero eso lo entiendo porque con muchos la distancia es grande y saben de mi por lo que les han podido contar. Pero para conocer a una persona hay que vivir cerca de ella y sopesar sus razones y sus comportamientos. Y eso, en esta vida tan agitada, se da poco. Los sentimientos más fuertes posiblemente los ocultemos a la familia. Hablar, hablar, tampoco lo hacemos mucho. Y entender la posición de cada uno en cada momento es difícil hasta para los que conviven contigo.

Los amigos, que decir… Tampoco eres del todo natural con ellos, disimulas defectos y callas problemas… porque la crítica en estos momentos está a la orden del día. Y porque piensas que tampoco tienen que saber todo de tu vida. Y también, y es lo mas fuerte, porque es muy difícil encontrar un amigo de verdad, un amigo que fuera como tu otro yo. Y que como mi otro yo, que lo tengo, algunas veces te echara broncas por cosas que haces mal.

Por todo esto, me siento incomprendida. Pero como yo están miles de personas. No soy la única.

Y me pregunto ¿entiendo yo a los demás? A veces si y a veces no.

Lo más importante de esta vida es ser consecuente con uno mismo. Y aceptarse como se és. Y procurar no hacer y no hacerse daño. Y tener la cabeza encima de los hombros y no soñar. La vida es dura y es como es. Podemos reformarla, pero no cambiarla.

No podemos formar una historieta con nuestra vida, ni una novela. Y a veces lo hacemos. Y, a veces también, así nos va.

Y tenemos que confiar en los demás, no cerrarnos en nosotros mismos. Abrirnos, aunque nos duela el modificar nuestra conducta en ocasiones. Porque así viviremos mejor. Porque querer a los demás, a todos, incluso a los que nos caen mal, es lo que nos hace más felices.