Wednesday, January 10, 2007

Testamento vital

Viviendo, como estoy, situaciones difíciles, donde se ve la muerte, que tiene que llegar, de forma más cercana, debido a enfermedades o situaciones de ancianidad de familiares, he pensado, sintiendo que tiene que valer para algo, por lo menos para conocimiento de mi marido y de mis hijos, dejar por escrito mi forma de sentir y de pensar, ahora que estoy (más o menos) en plenitud de mis condiciones físicas y mentales, para el momento en que yo no me encuentre con toda la cordura para opinar por mi misma o, si lo hago, actuar de forma exigente y egoísta con referencia a mi familia, debido a las necesidades exigidas por los años.



Por nada del mundo, por el gran cariño y respeto que tengo tanto a mis hijos, como a mi marido y a mis nueras e incluso nietos, si llegara el caso, quiero involucrarme de tal forma en sus vidas que las haga penosas, difíciles o deprimentes.
Quiero que sean felices siempre… siempre…


Quiero decirles a todos que la muerte tiene que llegar, que me estoy preparando para eso, para ser compresiva con ella, para no pedir más de lo que sé que me puede dar, para aceptarla, por lo tanto. Pero eso no quiere decir que no la tenga miedo, me imagino que como todos, sobre todo al dolor, que espero y pido que no llegue.



Y por ello les digo que yo quiero llegar a ella incluso con alegría, sin molestar, con humildad, sabiendo que va a ser mi última actuación en la vida y que no voy a estropear un montón de años vividos con esfuerzo, sabiendo ser fuerte ante situaciones difíciles, queriendo mucho a todos, entendiendo su forma de actuar, intentado quedarme al margen de situaciones para no inmiscuirme en asuntos que no me concernían de forma directa. Sé, por supuesto, que he fallado en multitud de ocasiones, unas veces dándome cuenta de ello y otras, y aseguro que son las más, sin enterarme de que estaba cometiendo algo que no estaba bien o que causaba daño a alguien. De verdad, he procurado vivir para hacer felices a los demás, sin importarme el esfuerzo, pero también pienso que es difícil haberlo conseguido, Por lo mismo, pido perdón a quien haya podido ofender o molestar.



Mis deseos para cuando llegue el momento son los siguientes:



- En caso de enfermedad, a edad avanzada, por la que haya que realizar alguna operación o tratamiento, pido que, si hubiera alguna esperanza, se me realizara, pero no quiero que se avise a nadie que no sea familia, y no recibir visitas de amistades o personas afines a mi vida. Más claramente, en situaciones de hospitalización, quisiera estar lo más sola posible.



-En caso, asimismo, de que, por enfermedad muy grave, aconsejaran, para prolongar la vida, asistirme con tratamientos que alarguen la vida de una forma que, yo, considero absurda, me niego, desde este momento, a ello, y si acaso solicitaría que me trataran con medicación que aliviase los dolores y nada más. (Claro está, aseguraros bien de ello, a ver si va a haber alguna esperanza y me vais a dejar... porque, en realidad, yo no me quiero morir).



-Si no estoy en plenitud de facultades o necesitara ayuda para lo más elemental de la vida diaria, pido el ingreso en una Residencia Asistida. pero no tiene que ser de lujo, no tengo dinero para ello, a determinadas edades el lujo sobra, basta con lo más primordial. Para ello, cuento con mi pensión de jubilación que podéis utilizar para pago de los gastos originados por mi ingreso. Y que no os dé ni pena ni lástima, la vida es así y yo lo quiero así. Yo misma, mientras que pueda y cuando vea que no puedo valerme por mi misma o valer a los demás, decidiré mi propio ingreso.



- Cuando ocurra mi muerte no quiero que lloréis ni os preocupéis, la vida es así. Yo habré vivido lo suficiente y mucho más que muchos. He disfrutado de la vida, en la medida de lo posible, y he sido feliz con todos vosotros, que me habéis dado muchas más alegrías que disgustos. Me voy con la satisfacción de haber tenido un buen marido y unos hijos estupendos. No habré tenido dinero pero he sabido disfrutar con el que he tenido, para mi un lujo ha sido poder ofrecer a los demás todo lo mío. Y además, he podido, o bien dicho, pienso poder disfrutar también de mis nietos, si Dios lo quiere. Me gustaría que, incluso, os sintierais felices, si estuviera mal, se acabaran mis sufrimientos y si he estado bien, esa suerte he tenido...



-Por supuesto y eso todos lo sabéis, quiero ser incinerada. Nada de enterramientos, las cenizas repartidas por tierra o en el mar, no se os ocurra guardarlas, me parece una falta de buen gusto.



- No quiero flores ni grandes funerales. Una misa y vale. Ya me encargaré yo, a partir de ahora, de pedir (ya sabéis, a mi santo favorito) por una buena muerte y , por si acaso, hay una segunda vida cosa de la que nadie puede estar seguro si no es por la fe, que se me lleve a un sitio donde pueda ayudaros siempre...



– Ah, y prometo no aparecerme a ninguno... (je, je). Pero llevarme siempre en vuestra memoria.



Todos mis recuerdos verdaderos vendrán conmigo, como mis malos momentos. La vida se acaba y el tiempo olvida hasta las cosas más importantes. Por eso, quiero pediros que no os preocupéis por mi, que sigáis con vuestras vidas felizmente… es seguro que yo estaré muy bien…


Esto lo firmo y lo afirmo, en plenitud de mis facultades mentales y físicas, cuando cuento con sesenta y cuatro años de edad, dejando por lo tanto constancia de mi voluntad en asuntos importantes.

Quiero, por lo tanto, que lo llevéis a cabo, sin malos entendidos, sin discusiones, sin remordimientos, es mi voluntad.
¿Vale?





En Madrid, a cinco de enero de dos mil siete.







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