Saturday, November 12, 2005

VIDA

No me gusta complicarme la vida. Ya se te complica sola, cuando menos lo esperas. Quiero rodearme de personas sencillas, sin otra cara que la normal, la de verdad. Trato incluso de que la gente que me rodea, tanto en el trabajo como en mi familia, actúe de forma natural, alegre, a pesar de los problemas de los que nadie nos libramos.

Pero no es fácil, te encuentras con personas muy diferentes: están los que tienen, como la luna, su cara oculta, van siempre con la mitad por delante, de frente, pero con la mitad. No sé si es fácil entenderme. Están también los que yo llamo “los pacocontraria”, siempre en contra de todo, sea lo que sea: en política el más fuerte es el peor, en deporte, igual, todo lo vuelven del revés. Luego están los ambiciosos, ¡qué forma mas absurda de complicarse la vida! La vida te trata bien si tu la tratas bien a ella. Si saltas por encima de las cosas feas que se te presenten, con impulso, como los buenos corredores. Y si algo sale mal pues a empezar de nuevo. Sin llantos, sin rencores, sin envidias. También los pusilánimes, los sin carácter, a los que dan ganas de mover fuerte, a ver si sueltan algo, no opinan, no se deciden nunca por nada, no se atreven a estar al lado o en contra de algo. Y los falsos, los peores, por delante adulan, por detrás, critican, a esos procuro no tenerlos cerca, son peligrosos.

¿Por qué cada vez hay mas ansiedades, más “pequeñas depresiones”, (las grandes vienen como cualquier enfermedad), menos compañerismo, más individualismo, menos alegría?, se necesita más naturalidad, la sociedad necesita menos egoísmos, mejores personas, más generosidad, menos trampas…

Hace tiempo que organizo mi mente como si fuera un armario vestidor. Es como una habitación donde las paredes están llenas de cajones. Hay unos que los tengo cerrados con llave, llave que he tirado lejos de mí porque no quiero abrirlos nunca, son los de los malos recuerdos, las cosas feas que no quiero recordar. Hay otros cerrados con llave, pero la conservo, alguna vez viene bien abrirlos, para no volver a caer en el mismo error cometido, pero sólo de vez en cuando, cuando es estrictamente necesario. Los hay con la llave puesta para abrirlos enseguida en cuanto necesito de la ayuda de lo que hay dentro, que es a menudo. También algunos sin llave, para abrirlos con facilidad y los hay abiertos, bien abiertos, para recordar siempre las alegrías, lo mejor de mi vida y ahí está, bien guardado, todo lo vivido con mis hijos, que a pesar del trabajo, (tres muy seguidos), en unas circunstancias a veces no demasiado boyantes, me han dado la vida y me la siguen dando, añadiendo ahora una nieta preciosa que es toda mi ilusión.

Los quiero y por eso aparezco ante ellos muy tranquila, disimulando incluso mis achaques, mis dolores, normales a mi edad, porque sé que a ellos el verme feliz les hace la vida más fácil y están más tranquilos.

Siempre me tienen, aunque, los tres casados ya, no me necesitan como antes y he tenido que acostumbrarme a esa nueva situación porque no quiero ser una madre agobio.

Tengo a mi marido que aunque, con la edad, los caracteres cambian, al necesitarnos más los dos y conocernos tanto, en ocasiones no tenemos ni que hablar. Podemos estar en lugares y posturas diferentes, pero sé que está ahí y con eso me basta.

En suma, soy feliz por convicción, ¿para qué sirve complicarse la vida, dándole vueltas a algunas cosas que no puedes cambiar y han de ser así?

Mª Luisa. MADRID.

1 Comments:

Blogger German Alonso said...

Este es el que más me ha gustado de todos.
Muy bien.

Un saludito, Germán.

12:44 AM  

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